dilluns, 14 de maig del 2018

RESURGE LA ESPINETA DE CALAFELL


Cuando a finales del pasado año vieron el cartel de Se alquila en la puerta de L’Espineta, muchos entendieron que se ponía punto final a una historia de Calafell. Aquel pequeño local que se mantenía en una de las dos últimas botigues de pescador era un símbolo, una esencia que había reunido durante décadas a generaciones.

La Espineta la impulsó Yvonne Hortet, esposa del poeta y editor Carlos Barral. La casa del escritor siempre estaba llena de amigos y literatos. «Era un follón», recordaba Danae, hija de Barral y Hortet. Así que Yvonne pidió al escritor que buscase otro lugar para reunirse con esas tertulias.


Lo encontró Barral a poca distancia. A escasos metros en el mismo paseo marítimo de Calafell. En una de las botigues que los pescadores usaban para guardar la barca y con una pequeña vivienda en la planta superior. Allí surgió L’Espineta hace unos 50 años.

Esa botiga de pescadores fue puerto para muchos. Vecinos y amigos de Barral. Amigos como Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Jorge Edwards, Gil de Biedma... y otros literatos que marcaron a una generación de letras hispanas.


Por eso el cartel de Se alquila era mucho más que un cartel. Tomás Cachinero fue uno de los que lo vió. «Me vino a la memoria que hace años pensaba que ojalá algún día pudiese hacer algo en L’Espineta». Lo pensaba junto a Josep Maria Papiol. Ambos, han impulsado la apertura de locales en Calafell y también recuperado otros míticos que cerraron como la discoteca Vip’s, que ha sido un símbolo para generaciones de toda Catalunya. Junto a otros, lograron rescatar Vip’s y hoy vuelve a ser una emblemática sala.

Por eso el cartel de Se alquila en la puerta de L’Espineta también podía ser una posibilidad de rescatar ese puerto.
Yvonne había recibido numerosas ofertas por esa histórica construcción marinera. Pero casi ninguna iba a mantener la esencia de L’Espineta. Sería algo así como cuando históricos comercios dan paso a plastificadas hamburgueserías sin esencia en las ciudades.


Cachinero planteó a Papiol volver a dar vida a L’Espineta. «Con su esencia marinera, con su encanto de tertulia. Con el recuerdo de Barral». Y cuando propusieron su oferta, la familia de Barral no lo dudó. Era la garantía de que L’Espineta volvería.

El local reabrirá sus puertas a final de mes. Como una vermutería. Deja la cocina que la caracterizó con sus arrossejats o el estofado de espina de atún salado que dio nombre al local. Ahora ofrecerá tapas y sobre todo el punto de encuentro que siempre fue.

Cachinero explica que la esencia, el ambiente y el estilo de L'Espineta se mantiene, porque no podía ser de otra manera. También el espíritu Barral seguirá.

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